Por un modelo educativo solidario, equitativo y de calidad

Nadie tiene ninguna duda de que para que nuestro sistema educativo sea el mejor de los posibles es imprescindible el concurso de quienes son sus principales actores: educadores, padres y madres, dirigentes políticos y agentes económicos y sociales. Porque es innegable que una apuesta de todos por un buen modelo de enseñanza garantizaría a las generaciones venideras unas condiciones satisfactorias para su desarrollo vital y su futura incorporación al mundo laboral.
Ahora bien, es precisamente en relación con los caminos seguidos para alcanzar este modelo educativo ideal donde surgen los conflictos. Estos días atrás hemos visto cómo el Opus ponía toda su “artillería” en marcha para frenar la resolución de retirada del concierto educativo al colegio Torrevelo. Para este colectivo, la búsqueda de “su” equidad es favorecer a sus clientes que, por otra parte, son generalmente la gente más pudiente de nuestra sociedad.
En CC OO, en cambio, entendemos, y defendemos, que los motivos por los que el modelo educativo de Cantabria ha de ser portada de los medios de comunicación regionales han de ser bien distintos. Así, apostamos por un modelo que se preocupe por las familias con importantes problemas económicos que no pueden pagar el comedor de sus hijos; por un modelo en el que todas las enseñanzas obligatorias tengan unas ratios ejemplares y en el que, además, no existan problemas de falta de centros en ningún municipio de Cantabria; por un modelo con una red de Centros de FP capaz de satisfacer de manera ejemplar la demanda de formación que plantean los alumnos; por un modelo que potencie las Escuelas Oficiales de Idiomas para acercar a nuestra ciudadanía a un bilingüismo efectivo; y por un modelo, en definitiva, en el que en la Universidad sea un ejemplo para el resto de países de la OCDE.
Pero hasta que todas estas “patas” de nuestro modelo educativo no alcancen el grado de calidad que todos los ciudadanos queremos, abrir un debate para favorecer a los más pudientes no dejará de ser indignante y “poco cristiano”. Porque nunca podremos respaldar la defensa de unos intereses particulares y sí la mejora de las condiciones de los más necesitados, que no son precisamente los que acuden a los colegios del Opus Dei.
En la parte que nos toca, los distintos agentes sociales y políticos de nuestra región hemos de ser capaces de llegar a un pacto regional por la Educación. Un pacto en el que quede patente cuál es lo verdaderamente importante en materia educativa y con el que nadie pueda sentirse tentado a llevar a cabo una manipulación partidista de sus contenidos. Un pacto en el necesariamente queden afianzados los principales pilares de nuestro modelo educativo, para que su progreso no sea moneda de cambio en futuras negociaciones.
En este sentido, sería deseable que entre todos pudiéramos alcanzar un acuerdo global que permitiera crear una efectiva red de centros de 0-3 años que facilite conciliar la vida personal, familiar y laboral a todos los trabajadores. Que posibilitara ofrecer unas enseñanzas obligatorias de calidad para que todos nuestros hijos crezcan y se desarrollen en una educación basada en la diversidad, equidad y posibilidades reales de bilingüismo. Que hiciera posible una FP que forme a profesionales en relación con las empresas, para que aquéllos puedan estar en las mejores condiciones de acceder a empleos de calidad. Y una Universidad que innove, investigue y desarrolle planes de formación atractivos y efectivos para nuestros universitarios.
Se trata, en suma, de construir un modelo educativo que redunde en beneficio del conjunto de los ciudadanos y ciudadanas de Cantabria y garantice el futuro de nuestra región.
Pero alcanzar este objetivo requiere del esfuerzo y el compromiso de todos, especialmente de las distintas administraciones, desde la propia Consejería de Educación y la Federación de Municipios a todos los ayuntamientos de Cantabria que, con altura de miras, deberían poner fin a las continuas zancadillas a las que tan acostumbrados nos tienen e iniciar una colaboración estrecha y decidida por el bien y el progreso de toda la comunidad educativa.
Porque sin su concurso no será posible la creación de una escuela, ni disponer del necesario suelo para su mejor ubicación, ni dotar a los centros del personal adecuado de administración y servicios. Y esto requiere de un impulso económico.
En este sentido, cabe resaltar que la mayoría de los países con los que habitualmente nos comparamos, tanto en el informe PISA como en otros de la OCDE, disfrutan de un gasto asignado en materia educativa de en torno al 7% del PIB.
En nuestra comunidad autónoma, en cambio, este gasto no llega al 3,5%. Por tanto, parece claro que el esfuerzo presupuestario al que el Gobierno de Cantabria tiene que hacer frente en esta área es considerable. Padres y madres exigimos un buen modelo educativo y que nuestros hijos tengan a su disposición las mejores herramientas y los mejores profesionales para formarse.
Alcanzarlo pasa, como ya hemos dicho, por incrementar de manera sustancial el gasto, pero igualmente apostar por, como se dice ahora, por una educación 2.0 que supere antiguas visiones educativas, sin duda válidas hace años pero obsoletas en una sociedad tan cambiante como la actual.
Queremos que nuestros hijos e hijas disfruten del mejor sistema educativo; de un modelo dotado de recursos materiales y humanos, basado en la solidaridad, equidad y calidad, capaz de transmitirlo de generación a generación. Que huya del egoísmo de los de siempre en detrimento de los más desfavorecidos. Y que sea mimado y atendido por todas las administraciones y respetado por toda la sociedad.
De otro modo, este modelo no podrá ser estable ni reconocido por sus resultados.


Javier Ramírez y J. Francisco. Calvo son Secretario General y de Organización de la Federación de Enseñanza de CC OO de Cantabria

Publicado en "EL DIARIO MONTAÑES" el 15/05/09

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